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Para Melvin Criollo, estudiante de último año de Peekskill High School, el 12 de septiembre de 2025 es un día borroso.
De no ser por el video que grabó su padre, el joven de 16 años —figura destacada del fútbol local— no recordaría qué fue lo que provocó la emergencia médica que detuvo el partido que su equipo jugaba contra el visitante Haldane aquella noche.
“Parpadeé y desperté en una cama de hospital”, contó Criollo en una entrevista con Peekskill Herald.

El momento ocurrió apenas dos minutos después de iniciado el segundo tiempo. Peekskill ganaba 4-1 cuando Criollo saltó para disputar un centro. Un leve empujón hizo que impactara el balón en una posición forzada y cayera al suelo sin poder amortiguar la caída. Cuando no se levantó, entrenadores, compañeros y familiares corrieron al campo. Llamaron a una ambulancia. El partido nunca se reanudó.
“No pensé que fuera algo serio hasta que llegué a donde él estaba”, dijo su madre, Liliana Merchán. “Intentamos moverlo, lo llamamos por su nombre… nada. No despertaba.”
Criollo sufrió una lesión cerebral traumática y una convulsión en el campo. Fue trasladado de urgencia al Westchester Medical Center en Valhalla. Cayó brevemente en coma.
“Me dolía mucho el lado izquierdo de la cabeza cuando desperté”, recordó Criollo.
Al principio, los médicos advirtieron que podría requerir una cirugía, pero con el paso de los días respondió bien al tratamiento y evitó una operación que parecía inevitable.
Aunque recuperó la conciencia plena dos días después, los médicos le dijeron a su familia que nunca recordaría la jugada que cambió su temporada, y su vida.

Una recuperación lenta pero constante
Criollo pasó una semana en el hospital antes de regresar a casa el 19 de septiembre. Los primeros días fueron difíciles: su visión se nublaba con cada paso y el mareo lo obligaba a descansar todo el tiempo. Ahora toma medicación diaria, incluyendo dos inyecciones en el brazo, y ha comenzado terapias física y del habla.
“Día a día estoy mejorando, gracias a Dios”, dijo Criollo.
Recientemente celebró una pequeña victoria: caminar dos millas. “Tomará tiempo, pero volveré a ponerme de pie”, afirmó.
Aunque los médicos son optimistas respecto a su recuperación a largo plazo, su temporada escolar ha llegado oficialmente a su fin. Criollo había iniciado 2025 como uno de los jugadores incluidos en la Lohud Boys Soccer Preseason Watchlist y esperaba obtener por primera vez una distinción All-League o All-Section.
“Es horrible… así, de fácil, todo terminó”, dijo. “De verdad quería darlo todo esta temporada.”
La comunidad se une en torno a Criollo
Mientras Criollo luchaba por recuperarse, la comunidad de Peekskill respondió con fuerza. El Grupo Solidario Tarqui Inc. lanzó una campaña en GoFundMe para apoyar su rehabilitación, que al 9 de octubre había recaudado 28.663 dólares de una meta de 30.000. Padres, jugadores, compañeros y escuelas rivales se sumaron al apoyo para el capitán del último año, convertido de la noche a la mañana en símbolo de resistencia.
Cuando el equipo de Peekskill volvió a jugar el 16 de septiembre, los jugadores y entrenadores vistieron camisetas con la frase “Fuerza Melvin” y posaron juntos para una foto en señal de solidaridad. Ese mismo día, Haldane dedicó su partido en casa contra Valhalla a Criollo.
“Me sorprendió mucho que la gente donara”, dijo Criollo. “Me sentí muy querido. Significa mucho para mí.”

Durante este tiempo difícil, el superintendente de Peekskill, Dr. David Mauricio; el director atlético, Austin Goldberg; así como muchos compañeros, entrenadores y amigos, visitaron a Criollo en el hospital y en su casa. Hoy tiene una colección de osos de peluche de los visitantes: un recordatorio visible de cuántas personas se preocupan por él.
“Estoy muy agradecida con todas las personas que vinieron a verlo y por sus palabras de aliento”, expresó Merchán. “Gracias a Dios tenemos a nuestro hijo en casa.”
Fortaleza familiar y nuevos sueños
La lesión de Criollo ha puesto a prueba la fortaleza de su familia de maneras que nunca imaginaron. Afortunadamente, ha contado con un sistema de apoyo que lo rodea de amor y cuidado.
Sus padres, Liliana Merchán y Luis Criollo, permanecieron a su lado día y noche durante la hospitalización, mientras equilibraban la atención entre Melvin y su hijo recién nacido, Aiden. Tras semanas acompañándolo, su padre regresó recientemente al trabajo.
Para su hermano menor, Dilan, de 11 años, el susto fue especialmente duro.
“Me dijo que pensó que iba a morir”, contó Melvin. “Tenía miedo, nunca había visto a una ambulancia llevarse a alguien.”
Ahora, en casa, Criollo pasa la mayor parte de los días descansando, haciendo terapia y bajo el cuidado de su madre. Por el momento, no ha recibido autorización para volver a Peekskill High School. Su neurólogo determinará cuándo podrá regresar a clases con seguridad.
Físicamente, todavía está recuperando fuerza —bajó de 145 a 125 libras durante su hospitalización—, pero emocionalmente está más decidido que nunca.
“El objetivo es volver a ser el de antes”, afirmó. Criollo, que juega desde los 4 años y se unió al programa de fútbol universitario de Peekskill como novato en 2022, sueña ahora con llegar a jugar en la universidad o con formarse como soldador.
“Que Dios bendiga a todas las personas que nos han mostrado amor y apoyo. Mi esposo y yo estamos muy agradecidos”, dijo Merchán. “A través de todo esto hemos conocido a gente muy buena.”
De regreso a la cancha, pero desde la banda
Aunque por ahora sus botines y canilleras descansan en un estante, Criollo ha comenzado a asistir a los partidos de Peekskill para alentar a sus compañeros desde las gradas. Su meta es estar presente en la Senior Night a finales de este mes.
Aunque el liderazgo del capitán hoy se exprese de otra manera, su ejemplo y su lucha siguen inspirando a una ciudad que repite con orgullo una sola frase: “Fuerza Melvin.”