Los ecuatorianos residentes de Peekskill esperaron su turno para votar en las elecciones de su país, protegidos por su bandera, el domingo. Más de 1000 personas acudieron a la Oficina de la Juventud de Peekskill para decidir el futuro del liderazgo de su país en una reñida segunda vuelta presidencial entre Daniel Noboa y Luisa González.
El primero, representante del movimiento Acción Democrática Nacional (ADN), se adjudicó la victoria, según los resultados preliminares del Consejo Nacional Electoral (CNE). La presidenta del CNE, Diana Atamaint, declaró en rueda de prensa que, con el 90 por ciento de los votos escrutados, el triunfo de Noboa era irreversible.

Pero antes de que los partidarios del candidato de ADN salieran a las calles a celebrar, la incertidumbre se apoderó de los ecuatorianos. Incluso quienes vivían en el extranjero expresaron su preocupación por el resultado de las elecciones. En Peekskill, por ejemplo, la jornada transcurrió con normalidad, pero estuvo llena de dudas.
Afuera del edificio designado en el número 828 de la calle Main, junto al Ayuntamiento, ondeaba una gran bandera tricolor. Detrás de ella, una fila de hombres esperaba para entrar al recinto, donde se habían instalado cuatro colegios electorales (dos para mujeres y dos para hombres) para recibir los votos.Entre la esperanza y la incertidumbre
Mientras estaba en la línea, Richard Burgos mantenía intacta la esperanza. El candidato que, según él, debía ganar la presidencia será capaz de cambiar el destino de ese país que Burgos dejó hace 50 años. “Tiene en sus manos el futuro de quienes viven allá, pero también de quienes vivimos aquí”, explicó.
Para el guayaquileño que reside en Peekskill, estas elecciones son importantes porque el mandatario electo deberá trabajar en la situación económica y terminar con la crisis de inseguridad que vive Ecuador. “Muchos migrantes podrán volver a su tierra”, cree. Y para quienes el retorno no sea una solución, Burgos considera que el nuevo presidente fortalecerá las relaciones del país latinoamericano con Estados Unidos, lo que permitirá a sus compatriotas arreglar su situación migratoria aquí.
Como Burgos, hubo muchos en la fila: confiados en que el presidente electo le hará frente a los problemas que atraviesan los ecuatorianos. Sin embargo, no todos tenían la misma certeza. Indecisión, incertidumbre y hasta un poco de desobligo se sintieron durante la jornada de sufragio en Peekskill.

Ruth Viracocha, por ejemplo, fue la única de su familia que acudió a votar. Los otros miembros de su hogar sienten que no vale la pena. “Tienen su vida hecha acá y ya no consideran necesario cumplir con el voto.” Para la mujer, nacida en Cuenca, es una responsabilidad cívica. Considera que su voto sí es capaz de hacer la diferencia.
Al pensar en el futuro de Ecuador, no puede evitar remontarse a su pasado. A esos días en su niñez y juventud cuando su nación no encabezaba las listas de países con mayor inseguridad y crímenes en el mundo. “A esos días deberíamos volver”, sentencia.
Regresar no es una opción
Con respecto a la situación actual que viven los migrantes en Estados Unidos, con la creciente ola de deportaciones, Viracocha siente que cualquiera que llegue al Palacio de Gobierno poco o quizá nada puede hacer por apoyar a quienes se han ido de Ecuador. Y que ni las buenas relaciones exteriores con Estados Unidos influirán en las políticas antimigratorias.
Pese a esto, Viracocha cree que los ecuatorianos no están dispuestos a abandonar Estados Unidos. “La situación está muy complicada y es peligroso para quienes son irregulares; aun así, todos sienten que aquí hay más oportunidades”, puntualiza.
Carlos Lojano coincide con la mujer. Para el residente de Peekskill, una mejor calidad de vida es lo que mantiene a muchos de sus compatriotas en Estados Unidos. Él lleva 28 años aquí y todavía siente la nostalgia de haber dejado su tierra. A pesar de eso, la idea de volver no cruza por su mente.

(Ariana Almeida-Martínez)
“Aunque el nuevo presidente prometa que todo va a cambiar y plantee un mejor futuro para los ecuatorianos, tiene que demostrarlo con acciones. Así puede convencer a la gente para que quiera volver. Lo demás son solo palabras”, describe.
Un Ecuador en Peekskill
Según Fabiola Jiménez, segunda secretaria del Consulado de Ecuador en Nueva York, el ejercicio democrático que se realizó en Peekskill el domingo fue una réplica exacta de lo que se vivió en Ecuador. Incluso los mismos requerimientos se hicieron con respecto a la prohibición de tomar fotografías de las papeletas de votación.
“Se ha dicho a la gente que está permitido portar el celular; lo que no está permitido es usarlo para fotografías cuando se está ejerciendo el derecho al voto”, precisó. Pese a que el Consulado no tiene la facultad de ejercer sanciones, fue enfático al socializar la prohibición.
En Ecuador, hasta el mediodía del domingo, 71 personas recibieron una citación por incumplir con la medida. Según determinó el Pleno del CNE, fotografiar la papeleta es considerado una infracción electoral muy grave, que —según el Código de la Democracia— conlleva multas que van desde 9.870 hasta más de 32.000 dólares.
En Peekskill, las elecciones de Ecuador se llevaron de forma pacífica y ordenada. La prohibición de tomar fotos de las papeletas también fue socializada durante la jornada electoral.
En Peekskill, por otro lado, un escenario pacífico y ordenado se dio durante el ejercicio democrático. Las juntas se instalaron a las 7:00 a. m. y a las 9:00 a. m. ya llegaron los primeros votantes. Jiménez menciona que son pocos los que dejaron el sufragio para último momento y que la mayoría llegó temprano al recinto.